El Moco moco

Hace unos años, trabajé en una escuela municipal, inserta en un barrio muy popular de la comuna donde vivo. Allí viví una gran cantidad de experiencias, buenas, no tan buenas, y otras realmente insólitas.
En un quinto básico, un curso inquieto pero muy interesado en aprender las cosas de Dios, conocí a un alumno callado, muy observador de su entorno, con claro carácter tendiente a la frustración y necesidad de llamar la atención entre sus pares. No recuerdo su nombre, pero jamás olvidaré el apodo que sus compañeros le tenían : el "moco moco", debido a que una sinusitis crónica jamás tratada, provocaba el constante flujo del desagradable y verdoso líquido desde su nariz hacia su labio superior, el que, seguramente aburrido de tal ejercicio, dejó definitivamente de limpiarse.

El moco moco era molestado y menoscabado constantemente por sus compañeros más desordenados, aprovechando cualquier excusa para provocar la risa generalizada del curso.

- ¿quién tiene pegamento?
- El Moco moco profe !!

-Porfavor, alguien puede cerrar la puerta ?
- Ya moco moco !! rájate con un moco pa' trancar la puerta !!!

Como supondrán, la autoestima del moco moco estaba más abajo del suelo, y pese a los frustrados ( y frustrantes ) intentos por resaltar de alguna manera, siempre había algún "solidario"compañero que echaba al suelo sus intenciones, con una nueva y divertida broma.

- Péinese joven !!

- Moco moco !! presta gel pa'l pelo !!!

A estas alturas, hasta yo tenía que aguantarme las ganas de reír a carcajadas, pues las situaciones eran cada vez más graciosas.
Hasta que sucedió lo inimaginable.

Otro de sus compañeros, ( una vez más no se como se llama ), se acercó tímidamente hacia mí, pidiéndome permiso para ir al baño a sacarse un diente suelto que tenía. Yo por supuesto le permití salir y continué con mi alegre clase.

A los minutos, entra a la sala el jovencito, con su diente en la mano, con cara de preocupación por el que dirán sus amigos al ver el divertido espacio que quedó en su boca.
Para evitarle la verguenza y enseñar a todos que sacarse un diente es signo de crecimiento, y que de ninguna manera debían avergonzarse al respecto, felicité exageradamente al niño, pidiendo aplausos y silbidos para celebrar tan inevitable acontecimiento. El curso inmediatamente tomó parte de mi intención, y se levantaron para saludar y dejar prácticamente como un héroe a su nuevo ídolo. Entre ellos, moco moco.

Después del preparado desorden, recomencé mi clase.

A los pocos minutos, el moco moco se me acercó para pedir permiso para ir al baño. Por supuesto se lo permití, y continué sin mayores preocupaciones.
A los cinco minutos, entra nuestro moquillento héroe, con la boca empapada en sangre, pero con una sonrisa gigantesca que simulaba cualquier dolor posible.
Lo miré espantado.

- !! Que te pasó hombre !!??

El moco moco, sólo estiro su sucia mano derecha hacia mí, y pude ver, entre restos de sangre, saliva y mocos, no uno, sino DOS dientes perfectamente arrancados de su boca !!!
Le pregunté:

- ¿los tenías sueltos?

Y mirando a sus impactados compañeros, sintiendo por primera vez las miradas incapaces de soltar una mínima broma, lleno de orgullo y con la sonrisa congelada en sus labios, me dijo:

- No.