Héroes

Si tuviese que escoger un héroe entre todos los que conozco, me quedo con el Chapulín Colorado, creo que no hay en el mundo un héroe capaz de reunir tantas características juntas, incluyendo que él no posee en sí mismo ningún tipo de poder extraordinario, salvo el de mandarse unas embarradas de lo peor. Todo su poder viene desde afuera: las pastillas de chiquitolina ( que cualquiera puede tomar y producirá el mismo efecto ), su chipote chillón, etc. Nada le pertenece en cuanto a superpoderes se trata, incluso podría decir que es un perfecto cobarde para ser llamado un héroe .... pero lo es, sin duda alguna lo es.
Esta memoria del Chapulín, es un pretexto para en realidad referirme a un hombre que sin ser héroe, y al igual que el colorado del chipote, todo su "poder" viene desde fuera, para ser más explícito, de Dios. El Papa Juan Pablo II es un fiel representante de aquellas personas que, sin tener poder alguno para doblar barras de acero, para volar por los aires a velocidades increíbles, o para soportar balas en el cuerpo, son capaces de triunfar ante las adversidades y salir con alegría para dar el ejemplo de que sí podemos ser llamados Héroes Humanos.
Tal vez no todos estén de acuerdo en su autoridad o en lo que él como pontífice representa para el mundo católico, pero creo, que nadie podría negar su capacidad para llegar al corazón de todos quienes lo miran.
Ahora que está tan enfermo, más que nunca me he fijado en sus ojos, cada vez que se asoma a algún balcón para que con su mano alzada, obsequie una bendición a quienes estén presentes. Pero no dejo de mirar sus ojos. Su mirada definitivamente no se ha enfermado. Esa mirada que pareciera ser de rayos x, que traspasa la carne, e incluso el corazón, para instalarse en el alma.
Tal vez, Juan Pablo II sí sea un héroe, y debería tener su propia tira de cómics, enfrentado a enemigos, aguantando balas, viajando constantemente por los aires donde sea que lo llamen, para propagar la paz en la tierra.
Ahora somos nosotros quienes debemos bendecir a este héroe, y agradecer que en el silencio, haya hecho más cosas por la humanidad, que quienes, desde sus salas de conferencias, no hacen más que demostrar al mundo lo pequeños que son.
Ánimo querido Papa.